¿Pueden los adolescentes ir a terapia psicológica?
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La salud mental de los adolescentes ecuatorianos enfrenta un panorama preocupante. De acuerdo con datos del Ministerio de Salud Pública y World Vision, cerca del 20% de niños y adolescentes presenta síntomas de ansiedad o depresión, y el suicidio es la tercera causa de muerte en este grupo etario, con más de mil casos registrados en los últimos años.
A pesar de que la búsqueda de ayuda psicológica se ha normalizado entre adultos jóvenes, el acceso de los menores de edad sigue siendo limitado, principalmente por la necesidad de consentimiento de padres o tutores. Así lo explica María Dolores Alaminos Hervás, docente de la Maestría Oficial en Psicología en la Infancia y Adolescencia de la Universidad Internacional de Valencia (VIU).
“Aunque los menores busquen ayuda profesional, siempre estará supeditada al consentimiento adulto”, afirma. “Por ello, la mayoría de derivaciones provienen del entorno familiar, médico o educativo. Cuando la decisión no parte del propio adolescente, es común que exista resistencia inicial al proceso terapéutico”.
Cómo se aborda la terapia con adolescentes
La especialista detalla que el trabajo psicológico con adolescentes debe adaptarse a sus características emocionales, cognitivas y familiares. La Terapia Cognitivo Conductual (TCC) es una de las más efectivas para tratar depresión, ansiedad, fobias o conductas de riesgo, pero puede complementarse con otros enfoques:
- Terapia sistémica o familiar, útil en conflictos domésticos, divorcios o cambios vitales.
- Técnicas de relajación y mindfulness, adaptadas a la edad y al desarrollo emocional.
- Recursos audiovisuales y tecnológicos, que facilitan el vínculo entre terapeuta y paciente en entornos más cómodos.
“Las técnicas de reestructuración cognitiva, entrenamiento en habilidades sociales y educación emocional son muy eficaces en el trabajo con adolescentes”, añade Alaminos.
Uno de los pilares fundamentales es ganarse la confianza del paciente, evitando juicios y estableciendo límites claros de confidencialidad con los padres. “Debe existir una negociación previa de qué información se comparte con la familia y cuál se mantiene dentro del espacio terapéutico”, puntualiza.
Obstáculos para acceder a terapia
El camino hacia una atención psicológica efectiva sigue lleno de barreras. Muchos jóvenes subestiman su malestar emocional o lo perciben como pasajero. A esto se suma la falta de recursos públicos y las demoras en la atención estatal, lo que limita el acceso a terapias continuas.
Sin embargo, la virtualidad ha ampliado las posibilidades. Desde la pandemia, la teleterapia se ha consolidado como una alternativa eficaz, permitiendo a los adolescentes recibir acompañamiento sin necesidad de desplazarse. “Dependerá del caso, pero en muchos jóvenes la atención online funciona igual de bien que la presencial”, sostiene la experta de VIU.
En un país donde las cifras de depresión y ansiedad entre adolescentes siguen en aumento, hablar de salud mental con responsabilidad y empatía se vuelve urgente. La terapia psicológica, lejos de ser un tabú, puede representar el primer paso hacia una vida más equilibrada y segura para las nuevas generaciones.
